10 de abril del 2011
INAUDITO ATROPELLO Y AGRESIÓN A PERIODISTA DE END
Policías salvajes, delincuentes que usan uniformes
Desproporcionales y salvajes, así se comportaron varios oficiales de la Policía Nacional al detener con todo lujo de violencia, seguido de improperios y hasta amenazas de muerte al periodista Roberto Collado, Jefe de Redacción de este rotativo, la mañana de ayer en las cercanías al Supermercado La Unión, de la Rotonda La Virgen, 75 varas al lago.
Collado fue golpeado, humillado como ciudadano y arrestado por varias horas. Lo mantuvieron incomunicado y hasta le notificaron que ahora enfrentaba un proceso policial, que debía buscar un abogado y que poco les importaba que se quejara ante alguna instancia legal por los atropellos que le causaron.
El incidente que desató una cadena de abusos comenzó pasadas las 8:30 de la mañana, cuando el periodista viajaba en su motocicleta hacia el diario. En el punto, un oficial (de manga corta) que no es de Tránsito, le hizo parada. Según relata Collado, el oficial le requirió los documentos de Tránsito a lo que él accedió sin objetar.
Ausencia de Chips
“Cuando el oficial cotejaba los papeles, le consulté por qué oficiales que no son de Tránsito paraban a conductores, y pedían documentos. Además me preocupaba el hecho de que tampoco portaba chip. Él muy amable respondió que apoyaban a los oficiales de Tránsito en operativos, aunque no explicó nada de la ausencia del chip”, contó Collado.
El periodista explicó que la consulta la hizo porque muchos ciudadanos han hecho pública esta preocupación. “Le decía también que la ausencia del chip es grave, porque ha habido asaltos y hasta asesinatos donde familiares de víctimas han señalado que los criminales vestían de policías. Le dije que el chip, según lo ha dicho la Primer Comisionada Aminta Granera, era una garantía para el ciudadano”, agregó.
Un oficial que dice ser la ley
Según el periodista conversaban de ello cuando el oficial Guillermo Salazar, chip 5115, llegó al lugar en una unidad motorizada. Salazar sin mediar palabras quitó los documentos al oficial que había hecho el retén.
“El primer oficial le transfirió la consulta que le hice y el dijo que cualquier oficial puede detener a un conductor. Basta el uniforme –me dijo—yo le repliqué que hace unos días un jefe policial había dicho que cualquiera puede ponerse un uniforme para cometer cualquier fechoría. Además le señalé que este oficial que me detuvo no portaba chip”, relató Collado.
Aparentemente molesto por el comentario, Salazar dijo que aunque todo parecía estar en regla con los documentos de Collado, faltaba portar las placas y que eso ameritaba una multa. Sin más, sacó una tarjeta roja, lo que causó que el periodista apelara. “Estaba bien que me multara, ¿pero una roja?”, se preguntó.
“Empecé a preguntarle sobre el artículo que establecía la multa con boleta roja, que me parecía desproporcional. La apelé, mencionándole el hecho de que la Policía pasó casi dos años sin entregar placas para motos aunque uno las había pagado, mi demanda era que me multara apegado a la ley, que me explicara porqué boleta roja, que me sustentara con la ley su decisión”, relata Collado.
La respuesta de Salazar fue que nadie debía decirle cómo hacer su trabajo y si su decisión es la “boleta roja, pues es la roja y así se queda”. Collado le replicó que tenía derecho a escuchar lo que dice la ley. “Soy un ciudadano –le dije—quiero saber qué dice la ley”, insistió. En esa discusión estaban cuando el primer oficial (el manga chinga) paró a otro motorizado, el que viajaba sin placa y sin casco. Tras una rápida plática, no hubo infracción para él.
Collado le reclamó a Salazar la discriminación. “¿No es que la ley se aplica por parejo?”, les pregunté. “Yo soy la ley, brother, cuál es tu problema. Aquí está tu multa, andate antes que pierda la paciencia”, respondió la autoridad lanzándole la boleta roja sobre la silla de la motocicleta propiedad del periodista. “No, no, no –le dije—la ley no sos vos, la ley la aplicás vos, pero no sos la ley”, le replicó Collado.
Improperios y el uso de la fuerza bruta
El oficial lanzó una amenaza que cumplió sin demora. “Voy a enchachar a este hijueputa y que se vaya a quejar a la verga”. Al ver que el oficial venía sobre su anuncio, el periodista le dijo que antes de esposarlo debía explicarle el motivo de la detención.
“!Qué es la verga… cuál es tu verga, hijo de la gran puta!”, le gritó el oficial. “Yo le reclamé por el lenguaje, le dije que su uniforme le impedía tratarme así, que yo era un ciudadano con derechos y que me diera su chip porque recurriría de queja en su contra”, dijo Collado. Según el periodista, el oficial se rehusó primeramente a dejarse ver la chapa. “Ahí está en la boleta… ahí está claro hijueputa”, le gritó al mismo tiempo que ordenaban al otro oficial apoyo para el arresto.
“Yo puse las manos hacia atrás, mientras pedía anotar el Chip. Entonces el otro oficial me intercepta y me coloca las esposas. Tengo en las manos el lápicero, unas hojas de mi libreta de periodista y la boleta de la multa. Cuando siento la presión de las esposas y me toman del cuello, todo se me cae y yo les grito que soy periodista y que los voy a denunciar por abuso policial. La respuesta me erizó: ¡entonces toma nota si podés hijuepueta y aquí está mi chip!, me gritó”, relata Collado.
Para el periodista estaba claro que el desafió de la toma de notas y la muestra del chip hasta ese momento, era porque ya estaba esposado y para él sería imposible anotar algún dato, aunque logró memorizar la chapa de Salazar. “Yo les gritaba que tenía derechos, que era ciudadano y además periodista, insistía en que los denunciaría, que debían explicar la causa de esposarme y ponerme bajo arresto”, reclamó Collado.
Cuenta el periodista que fueron tan agresivos los oficiales que la gente que pasó por el lugar se impresionó de escuchar el lenguaje que utilizaban y ver su comportamiento irracional contra un solo ciudadano.
Tiralo al suelo a ese hijo de…
Collado estaba esposado, de pie. Le exigieron que se sentara en el suelo. “Yo me rehusé porque entiendo eso es para evitar la amenaza a oficiales cuando han hecho una detención, es para delincuentes y yo no lo era. Además esperaba que llegaran a buscarme porque un gentil ciudadano horrorizado con este actuar déspota, había llamado al diario”, relata Collado.
El oficial de Tránsito ordenó entonces que “lo redujeran”. “Un oficial me tomó del cuello, mientras Salazar golpeó con su rodilla mi pierna derecha. Por la fuerza me doblaron y seguidamente me aventaron al suelo”, reitera Collado.
El oficial apuraba la llegada de la patrulla, antes que personal periodístico llegara al lugar y registrara en gráficas las condiciones en que estos policías mantuvieron al periodista. Fue tal el descaro que Salazar dijo desde su radio: “apurate, antes que vengan los otros hijos de puta”. “No hay duda que se referían a un equipo de este rotativo que llegaría tras la llamada que había hecho el ciudadano molesto con el actuar policial”, señala el agredido.
Amenazas de muerte dentro de unidad policial
Cuando llegó la patrulla del Distrito VI, el periodista pensó que el abuso habría terminado. La unidad llegó unos 20 minutos después de la detención ilegal. De ella se bajó un policía alto, regordete, con camisa celeste de policía, pero pantalón de las fuerzas antidisturbios. El conductor era un boina roja.
“Ajjaammm… ¿Este es el bravuconcito?”, preguntó el oficial regordete al bajarse del vehículo. “A ver, tráiganlo vamos a que tome aire”, agregó. Collado les exigió a los dos nuevos oficiales en el lugar que le explicaran las causas de su detención. “Tranquilo brother, allá te van a explicar”, dijo dándo la orden que había que subirlo a la unidad. “Yo insistí en los motivos, pero nada, cuando me percaté, habían cinco oficiales sobre mí que me hicieron subir a fuerza a la patrulla”, relata Collado.
En el camino, el oficial boina roja fue haciendo mofa de las exigencias sobre derechos ciudadanos que hizo el periodista desde su ilegal detención. “¿Y nos vas a denunciar?” –preguntó en tono burlesco. “Si estos periodistas hijueputas son tapudos…vos que dijiste, EL NUEVO DIARIO me va a echar de la Policía. ¡Payaso! ¡Payaso de mierda!”, vociferaba el oficial que conducía la unidad.
Se declara matón
“Yo solo le respondí que quería anotar su chip, porque iría hasta donde la misma comisionada Aminta Granera para como ciudadano denunciar a oficiales déspotas e irracionales como ellos”, comentó Collado. Dice que en tono de sorna, el oficial le respondió que su chip “era el baba, buuu, bbba. Decile eso a la Aminta”. Y agregó una amenaza contra su humanidad: “agradecele a Dios, que no fui yo el que te arresté, porque si no….”.
“¿Sino qué? –le repliqué— ¿me habría matado señor oficial?, insistí. El hombre fue directo: yo no hablo, yo actuó y sí, sí, ahí mismo te doy agua brother, me respondió”. Collado dice que inmediato a la amenaza, le dijo al oficial acompañante que él era testigo de la afirmación de su compañero. “Ohho…si, sí, sí, yo soy el testigo”, agregó terminando la expresión con ruidosas carcajadas.
Llegando a la estación, el oficial boina roja hizo la afirmación que dejó a Collado helado, pese a las altas temperaturas de estos días: “mirá chavalo de mierda, tus derechos terminan cuando vos estás así (enchachado) y aquí (dentro de una patrulla policial)”.
Le quitaron las esposas
Ya en la delegación, Collado pidió que lo desposaran y que permitieran dos cosas: una llamada telefónica y los chip de los oficiales de la patrulla. Ninguna se le permitió. “Mantenelo esposado para que no anote ninguna putada”, recomendó el oficial boina roja, quien tampoco permitió tomar placa y número de patrulla. Collado fue llevado un pasillo de la delegación. “En ningún momento me quitaron las esposas. Estuve así todo el tiempo, como delincuente y bajo burlas y ofensas”, agregó el periodista.
“A periodistas hay que sacarlos a patadas”
Cerca de las 10:30 de la mañana llegó un equipo del rotativo. Collado tuvo la suerte de haber sido llevado a recepción primero. “Cuando miré al reportero gráfico Manuel Zapata, lo llamé por su apellido, le grité desde adentro. Al instante una horda de oficiales corrieron a tomarme y me arrastraron hacia adentro para evitar que se registrara en gráficas que aún después de tanto tiempo, continuaba enchachado”, dijo Collado.
El reportero gráfico entró tomando fotos. El periodista fue llevado por la fuerza hacia adentro. “No supe cómo, pero los colegas lograron entrar hasta donde yo estaba. Uno de los ellos intentó quitarle la cámara a Zapata. El periodista Ernesto García les explicó que no podían hacerlo. En medio de esa discusión otro oficial me dijo que yo debía permanecer frente a una pared, en silencio. Como yo me resistía, me tomó de las esposas. Todo el mundo sabe que si te movés esposado ellas se presionan más. El acto me infringió dolor y me dejó señas en las muñecas”, denunció Collado.
Cuando el periodista fue forzado a estar frente a la pared y ya el equipo de END expulsado del lugar, una mujer oficial entró y preguntó a que se debía tanto alboroto. Uno de los oficiales de la ilegal detención le dijo que eran unos periodistas que andaban viendo a otro que estaba detenido. “Ella no sabía que hablaban de mí y sin más dijo: a esos periodistas hay que cargarlos a patada. Yo me di la vuelta y le critiqué, le dije ve; qué lástima que como mujer tampoco respete usted el uniforme que carga, le dije que era una lástima porque su jefa era una mujer que si respetaba a los periodistas de este país”, contó Collado.
Minutos más tarde un jefe policial a quien solo llamaban “Sub” llegó muy amable a pedirle a Collado paciencia. “Me recomendó que esperara callado, que todo se resolvería. Ante ese único gesto humano en esa delegación, le pregunté que si las esposas eran para toda la vida o podría hacer algo para quitármelas, porque la mano me estaba hormigueando. Dio la orden, pero solo fue posible unos quince minutos más tarde”, relató Collado.
Libre pero… ¡Acusado!
El periodista fue remitido a una oficina que en la entrada se lee: Investigaciones. Ahí un oficial dijo que debía responder a una entrevista. Collado dijo que quería denunciar los abusos y el oficial muy amable le dijo que para ello debía ir a Plaza el Sol, a Asuntos Internos, que en esa oficina debía brindar declaración como acusado.
“¿Acusado? Yo pregunté bajo qué cargos y solo hasta ese momento, tras dos horas esposado, detenido ilegalmente, golpeado, ofendido en mi dignidad humana, humillado como ciudadano supe que había cometido un delito. A usted se le acusa –me dijo—del delito de obstrucción de funciones policiales”, contó el periodista.
Collado dijo que haría la denuncia pública porque así lo advirtió a quienes violentaron sus derechos como ciudadano, pero además se preguntó, “¿si eso hacen con una persona que cree tener voz para reclamar derechos ciudadanos y que tiene acceso a dar a conocer los abusos, que harán con otros que no cuentan con eso? Yo todavía me pregunto si es verdad que los derechos ciudadanos se terminan cuando alguien está en una patrulla policial. Si esto es así, estamos ante una grave amenaza y que viene de quienes la ley manda deben protegernos”, finalizó el periodista.