foto END Masaya 12 Noviembre 2011
Equipo de Política Mente Incorrecto
En el 2007, primer año del gobierno de Daniel Ortega (ahora aparentemente re-electo) fuimos testigos directos de un hecho curioso:
Un domingo en la mañana, desde la laguna de Tiscapa hacia la rotonda de Metrocentro, venía un camioncito con múltiples calcomanías del FSLN que se detuvo cerca de la rotonda. De él bajaron un grupo de personas portando camisetas blancas con la palabra “INDEC” y pancartas de reclamo a Unión FENOSA (empresa con derechos a la distribución de energía en Nicaragua) El grupito se colocó en posición de marcha e inició su recorrido hacia el lado de la Universidad Centroamericana. Cuando pasaban por el CIPRES un periodista de Radio Ya (claramente identificado) se les acercó con grabadora y cámara fotográfica y empezó a reportar el evento. El grupo dobló luego hacia la Universidad Nacional de Ingeniería y se dispersó a la altura de la entrada del Chamán. El camioncito con logotipos del FSLN les siguió todo el tiempo a distancia.
¿Por qué tomarse tantos problemas para montar un “performance” de manifestación civil en un día sin testigos, excepto el periodista YA, en una “marcha” que duró quince minutos?
Para leer este extraño despliegue es necesario aclarar que para aquel entonces la Red de Defensa del Consumidor estaba activamente involucrada en denunciar los malos manejos de Unión Fenosa y la falta de acción beligerante por parte del gobierno. También era común el surgimiento de movimientos u organizaciones clonadas desde el partido de gobierno para contrarrestar la proyección social de las originales.
Es este contexto fue que surgió el “Instituto de Defensa del Consumidor” (INDEC) y este hecho curioso fue la primera “marcha” de este organismo declarado apolítico e independiente.
¿Importancia de este hecho? En aquel momento supimos que estábamos presenciando una primera muestra de la que sería una de las estrategias mediáticas del partido de gobierno: la fabricación de la noticia como manipulación política de la realidad.
La sociedad en general y la sociedad nicaragüense en particular, sobre todo la que se asienta en conglomerados urbanos y posee un televisor, consume la realidad que se le presenta desde los medios televisados. Sus criterios, opiniones e informaciones están mediatizados por los canales de su preferencia, la radio y en una menor medida por los diarios de circulación nacional.
Parafraseando la publicidad de las páginas amarillas: si no está en los medios no existe. Los “hechos” son aquellos narrados y emitidos por algún medio de comunicación, sean estos confirmados o no, reales o ficticios. El día a día y los contextos laborales y personales no dan lugar a hacer diferencias. La primera noticia es dada por buena y consumida junto con las crónicas deportivas y la nota rosa y roja.
En este contexto los políticos se han vuelto actores representándose a sí mismos y las manifestaciones civiles actos performáticos que aportan la evidencia visible de protestas, apoyos o inconformidades para medios nacionales e internacionales.
El gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha sacado provecho de esta realidad desde el inicio: compraron diversos medios e invirtieron en la creación de nuevos. A la postre poseen una maquinaria mediática enlazada con el gran monstruo de Telesur, desde donde emiten las narrativas de una realidad acorde a los paradigmas y coyunturas que les interesa y conviene trasmitir.
Los medios no oficiales tampoco escapan a esta lógica. Es de lo más común que todos en general tengan una agenda bajo el discurso de imparcialidad.
Todo esto nos lleva a la coyuntura reciente de las manifestaciones contra los resultados de las elecciones nacionales. A partir de los resultados del domingo 6 de Noviembre, diferentes grupos de la sociedad civil, se han manifestado en varias ciudades del país para denunciar pacíficamente lo que denominan como “fraude electoral” o “robo a la luz del día”
Valga mencionar como antecedentes a estas manifestaciones las grandes marchas convocadas a raíz de los resultados electorales municipales del 2008, denunciados por grupos de oposición y sociedad civil como fraudulentos. Para aquel estos actores marcharon desde el Hotel Princess hacia el Consejo Supremo Electoral.
Marchas posteriores fueron sistemáticamente bloqueadas a través de marchas paralelas del partido de gobierno, que daban la pauta a la policía nacional para detener las marchas “opositoras” so pretexto de resguardar el orden y proteger a los manifestantes. La estrategia de copar el espacio y mostrar “respaldo popular” fue efectiva. Agreguemos que para ir “cerrando” espacios el gobierno se inventó la Plaza de las Victorias en el punto inicial de la primera marcha, copando simbólicamente el espacio de oposición al hacer suyo el lugar.
A diferencia de aquellas, las manifestaciones recientes de la sociedad civil son estáticas, por lo que no pueden ser “detenidas”. Son más bien piquetes o paradas en puntos públicos de las ciudades, convocadas de manera abierta con más o menos tiempo de antelación.
En este sentido las redes sociales virtuales están jugando un nuevo papel al servir de plataforma para ayudar a organizar y convocar estas manifestaciones. Esto ha sido de utilidad tanto para lo manifestantes como para el partido de gobierno, ya que el monitoreo de cuentas de facebook y twitter ha permitido al gobierno organizar sus propias “contra-manifestaciones”
La mezcla de estas manifestaciones y contra manifestaciones, cubiertas por los medios no oficialistas y oficialistas ha dado como resultado un nuevo “perfomance mediático”
Por un lado la sociedad civil monta el mensaje que quiere trasmitir a través de narrativas en forma de pancartas, rótulos y lemas a ser expresados en un sitio público, con conocimiento de los medios que son vitales para que el hecho transcienda a los transeúntes ocasionales del momento.
Las páginas web de los diarios nacionales y las radios son la primera línea de difusión. En un segundo momento los canales televisivos y los artículos completos aparecen al día siguiente a manera de crónicas. Un tiempo después, algunos medios internacionales recogen los ecos de las noticias para su emisión.
Del lado del partido de gobierno, preocupado por acallar las manifestaciones, mostrar su músculo y cuidar su imagen, organiza grupos para clonar sus propuestas performáticas, enviándolos a los mismos sitios (previo monitoreo de medios virtuales o gracias a avistamientos directos) con la intención de bloquearlos de tres maneras: empequeñecerlos numéricamente ante los medios, invadiendo su espacio auditivo y físico (alto parlantes, consignas) y con el amago de la agresión física o la agresión física efectiva de larga distancia (morteros) o cercana (golpes, tubazos)
Un tercer actor sumado a este performance es la Policía Nacional. El recalentamiento de la atención mediática internacional sobre Nicaragua en esta coyuntura, ha demandando al partido de gobierno un cuido especial sobre su imagen, obligándolo a colocar a la Policía como muestra del respeto al orden público y “contenedor” de la violencia, al menos en las urbes de mayor acceso a los medios. No necesariamente así en lugares más alejados donde la potencialidad de la violencia real podría estar dada por las siguientes ecuaciones: posibilidades de violencia serán directamente proporcionales a la distancia de la capital e inversamente proporcionales a la cantidad de cobertura mediática del evento en vivo.
Estos juegos de imagen han convertido las últimas manifestaciones del mes de noviembre del 2011 en verdaderas coreografías de intimidación, en las que el partido de gobierno envía grupos, normalmente identificados con camisetas blancas de a Juventud Sandinista, con las caras descubiertas o encapuchadas (virtual indicador de la posibilidad de violencia real) a la par que manda antimotines para convertirse, según la ocasión y circunstancia: en murallas humanas que “protejan” a los manifestantes, en “soporte logístico” de los contra manifestantes (escudos de protección para los lanza morteros) o bien “referís de medio campo” con intención de ralentizar un potencial desborde de violencia.
El hecho de que la violencia sea modulada y planificada no la hace menos real. Se pretende infundir temor en los manifestantes y en la ciudadanía que acude al perfomance en vivo o en diferido, disuadiéndola de sumarse a las manifestaciones. También conocemos de casos reportados de enfrentamientos posteriores en los barrios, entre los mismos jóvenes reclutados por el partido de gobierno. Seguramente resultado de la canalización de la violencia contenida durante las coreografías de intimidación.
Sin embargo, estos residuos de violencia no son relevantes para el performance, que puesto en escena es grabado, fotografiado y emitido por medios oficialistas para demostrar que el pueblo presidente está en las calles apoyando a su gobierno, demandando la paz que quiere ser destruida por grupúsculos de derecha pagados por Estados Unidos y entrenados por la Centra de Inteligencia Americana (CIA)
El perfomance del lado de gobierno está calculado para mostrar la fuerza, pero controlada. Intimidar pero sin llegar a generar imágenes que puedan ser mediatizadas por medios nacionales no afines y peor aún, por medios internacionales, desprestigiando la unidad y reconciliación que emana del discurso oficial. Evidentemente el control nunca será perfecto, de ahí el papel de la policía como garante de mantener la coreografía en su lugar y así evitar el desbordamiento de los ímpetus juveniles de aquellos que solo saben (por que eso les han dicho y para ello les pagan) que los que portan las banderas azul y blanco y no andan camiseta blanca JS, son el enemigo, que como a una pandilla contraria hay que eliminar.
Esta es pues nuestra realidad mediatizada: se construye desde los medios y el Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional, como una enorme televisora, emite las imágenes del pueblo presidente en las rotondas, para que los simpatizantes locales, del ALBA y el mundo entero sepan que en este país estamos en paz y en una armonía, apenas interrumpida por grupúsculos que pronto dejarán las calles, una vez hallan reconocido la victoria aplastante del comandante Ortega…
¿O no?
Equipo de Política Mente Incorrecto
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